Tengo que confesar que una de las cosas que más me apetecían este verano era dar la vuelta a España y escribir una crónica del viaje. La verdad, es que únicamente pude hacer la mitad de lo que deseaba: recorrí España, pero no escribí ni una sola línea, aparte de algún tweet y estrenar Foursquare.
Viajar en solitario a lomos de tu moto creo que es una experiencia única. Después de todo un año puedes hacer lo que te place, sin tener en cuenta los deseos, caprichos, manías y decisiones votadas por los compañeros de viaje. Rodar a la velocidad que te apetezca, sin tener que estar demostrando continuamente que tú eres el que más corre, ni estar pendiente de parar porque alguien lo decide, ni tener que aguantar al graciosillo de turno que compite en a ver quien incurre en más multas de tráfico.